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Ese Lunes, en Cali, el teatro estaba lleno. Había unas mil personas dentro y dicen que se quedaron afuera otros cuatro cientos.
Vamos pueblo carajo!
Resonaban las voces de los mil allí presentes.
A desalambrar a desalambrar!
cantaba el publico lleno de fuerza de vida.
Allí estaban presentes los familiares de Olga Lucía Bonilla, líderesa comunitaria, educadora popular y amante de la gente de su barrio; desaparecida en Buenaventura a sus 28 años en el año 1997 a manos de la policía nacional del estado colombiano.
También estaban los familiares y amigos de Sandra Viviana Cuellar Gallego, ambientalista, poeta, defensora del agua y de la vida; desaparecida a sus 26 años en el año 2011 en la ciudad de Cali sin investigación alguna por parte del estado.
Un mes y medio antes habíamos sido contactados por el Centro de memoria histórica y el Movice (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado) para poner en escena éstas 2 historias de vida, que junto con otras 4 realizadas por otros 3 colectivos teatrales completarían la obra de “Por algo sería”.
La propuesta era escribir junto con sus familiares y amigos; y es así como viajamos a Buenaventura para visitar el entorno de Olga, sus afectos y sus objetos más preciados, como aquel vestido de novia que su tía aún guarda; para escuchar el antes, el ahora y el después de su desaparición. La alegría contagiosa de la joven Olga, su dedicación y el amor con los niños de su barrio, la tristeza desgarradora de su desaparición absurda, la injusticia, la impunidad y la rabia frente a una máquina policial que se la llevó y luego negó todo. Se la llevó por estar asistiendo a reuniones del movimiento político del M-19, en una época en la que ya se habían firmado los acuerdos de paz con ese movimiento. El estado negó todo, sin investigación alguna. Después… resilencia y derecho a la verdad, la búsqueda incesante de su hija, que no aceptó el argumento de que a su mamá la desaparecieron por guerrillera.
Los padres de Sandra nos narrarían su infancia, sus sueños, sus logros, sus pasiones; nos mostrarían la falda con la que danzó en las montañas de los andes; las luchas en que puso su corazón y espíritu. Leeríamos los artículos de prensa, las denuncias a la gran multinacional del pino Smurfitt Kappa y su desierto verde. A los ingenios azucareros del valle del Cauca y su desierto de caña. A las grandes empresas mineras para proteger el agua. Nos contarían la angustia de seguirla esperando… impunidad de un estado que ni siquiera investigó.
Por eso. Por ellas y por otras 4 personas. También por todas las otras personas víctimas de crímenes de estado, el teatro estaba lleno.
Estaba lleno porque esas 6 historias hacían eco a la realidad de un país.
Estaba lleno si de familiares y amigos, pero también de vecinos, de estudiantes, de gente de Cali y del Valle, de gente de todos los colores.
Estaba lleno porque todos necesitamos hacer memoria, soñar, reír y llorar juntos, indignarnos y luego cargarnos de esperanza.
Dos títeres de papel contarían la historia de Olga y Sandra junto a nosotros, quienes en escena seríamos sus cómplices más cercanos.
Dos títeres construidos con el corazón, cargados de Buenaventura y de Andes, cargados de todas las voces de amigos y familia; la sola manera de hacer memoria a vidas que partieron en medio de un gran signo de interrogación.
Durante mes y medio juntamos piezas de rompe-cabezas. Testimonios de aquí y allá. Construimos vestidos de papel y faldas voladoras. Pegamos pedazos de papel sobre rostros de barro como para devolverlas a la vida.
Y ensayamos.
Con cantos, con música.
Por eso la gente en el publico coreaba con nosotros:
Vamos pueblo carajo! el pueblo no se rinde carajo!
Por que éste es el canto reciente, aún en los oídos de todos, de las protestas contra la injusticia en Buenaventura, en el paro realizado en junio de 2017.
Por eso el teatro fue uno solo cantando:
A desalambrar, a desalambrar,
que la tierra es nuestra y tuya y de aquel…
recordando las incansables luchas de Sandra.
Y allí estaban también ellas, Olga y Sandra.
Con nosotros, con la gente.
Cantando para no olvidar.
Para seguir luchando.
Para gritar que la memoria y la vida no se pueden callar.
Olga Lucía Bonilla
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Sandra Viviana Cuellar Gallego
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Equipo
Puesta en escena: Jorge Mario Agudelo y Perrine Capon
Construcción: Leydy Pulido, Katerine Zuñiga Bautista, Hanna Allouch, Perrine Capon, Jorge Mario Agudelo
Actuación: Leydy Pulido, Katerine Zuniga Bautista, Hanna Allouch, Jorge Mario Agudelo, Perrine Capon
Música: Jimmy Molano, Sofía Garzón, Luzymar Ararrat
Agradecimientos
a Doumar y Maria Elena, los padres de Sandra
a Yurannis, la hija de Olga; a Edilma, su tía; a Limber, su amigo
Proyecto liderado por
Centro de Memoria historica de Bogotá
Équipe
Mise en scène: Jorge Mario Agudelo y Perrine Capon
Construction: Leydy Pulido, Katerine Zuñiga Bautista, Hanna Allouch, Perrine Capon, Jorge Mario Agudelo
Jeu: Leydy Pulido, Katerine Zuniga Bautista, Hanna Allouch, Jorge Mario Agudelo, Perrine Capon
Musique: Jimmy Molano, Sofía Garzón, Luzymar Ararrat
Remerciements
à Doumar y Maria Elena, les parents de Sandra
à Yurannis, la fille de Olga; à Edilma, sa taante; à Limber, son ami