Feliz año nuevo!
Aquí estamos otra vez, 3 años y medio, una pandemia y el nacimiento de un nuevo miembro después…
Un nuevo editorial para un nuevo año… – Nuevo año? pero si estamos en plena mitad!, – de hecho ya pasamos la mitad… vamos terminando Julio!
Y claro, Julio bien lo puede explicar todo. Un tal emperador romano Julio César que hace ya 2070 años se le ocurrió inventarse un mes a su nombre en uno de sus arrebatos egocéntricos. Pues 2070 años después aún hay quienes se atreven a decir que el cambio de año es cuando el sol cambia de ciclo… y no el 31 de Diciembre, según el calendario oficial gregoriano heredado de los romanos…
Y ahí está el Cóndor, parado en el centro de una espiral, recibiendo los rayos del amanecer con sus doce jigras, rodeado de flores, de flautas y tambores, de danzas y de nasas que aún celebran el renacimiento del sol. Hoy es el 21 de junio. Estamos en el resguardo Nasa de López Adentro, celebrando el Sek Buy, el inicio del nuevo ciclo del sol.
El Cóndor vs Julio César. La batalla que nació con las conquistas. Y de ahí en adelante, la batalla perpetua. Esta batalla entre dos imaginarios: el uno, junto a la tierra, milenario, colectivo, diverso; el otro, antropo-centrado, imperialista, individualista, construyendo torres y cohetes para alejarse de la tierra… La misma pelea que inspiró la obra de Kiwe Uma vs Ad Astra donde las niñas y los niños de Kiwe Uma le escriben al hombre más rico del mundo contándole por qué se quieren quedar cuidando la Madre Tierra en vez de irse con él a colonizar a Marte. La misma que nos puso a aventurarnos en la pista del Venado para que nos revele los senderos de resistencia del bosque a la locura del Hombre moderno… Esta batalla que se pelea en las tierras, las cabezas y en los corazones, y de la cual depende la cara que tendrá el planeta mañana.
Pues sepan que nosotros, nosotras, más que nunca y desde lo profundo del corazón, le vamos al Cóndor. De hecho, este cóndor fue un encargo: “Un cóndor que reciba al sol con las alas abiertas, que se lleve en doce jigras todas las malas energías. Un mensajero hacia el sol.” Así nos dijo la Mayora Cleme con autoridad y ternura. Y con las kapiyasas y las y los luçxkwewesx del Wasak de López cortamos sus plumas, pintamos sus alas, fabricamos sus patas, dimos forma a sus garras…
Para el solsticio el sol madrugó. Los tambores, las flautas y las danzas no tuvieron mucho que esperar para festejar con abrazos, chicha y chirrincho el inicio de un nuevo ciclo.
Nosotros, nosotras, recibiendo este solecito nuevo, festejamos que nuestros títeres y nuestro teatro hayan encontrado un lugar donde existir en su esencia. Celebramos poder fabricar con la comunidad nasa un ser que se vuelva la efigie de un tiempo que no depende de la curva del dólar sino de la curva del sol. Este cóndor es la afirmación que otros imaginarios siguen de pie, en lucha y alegría; la memoria viviente de los pueblos que nunca dejaron de latir con la madre tierra.
Así como este cóndor, sigue parada firmemente la Comunidad de paz de San José de Apartadó que resiste por permanecer en sus tierras e impedir la explotación de sus montañas. Ahí, el teatro hace acto de memoria y revela los horizontes posibles que abre la comunidad. De pie y con fuerza también están las Madres cuidadoras de hijos e hijas en condición de discapacidad– estas mujeres quienes mejor que nadie saben lo que es acompañar un ser a la vida, escucharlo y ayudarlo a existir. Con ellas, con sus hijos, hijas, con el teatro y con nuestros títeres, aprendemos la paciencia del cuidado, la belleza de lo diverso, y actuamos las opresiones de la realidad para transformarla.
Y en esta montonera de seres y corazones, de luchas y de alegrías, agradecemos que ustedes nos están acompañando y leyendo desde algún rincón de este mundo.
Feliz nuevo ciclo andino!