31 de diciembre de 2018. Ya casi van a ser las doce de la noche. Nos preparamos a quemar el año viejo, o el taitapuro como dicen por acá. Con el, tradicionalmente, se quema el año que acaba de pasar, y todo lo que cargó de negativo. Acá, con los compas nasa, decidimos aprovechar la ocasión para deshacernos del Capitalismo, así nomás, si señores!
Estamos ahí, juiciosos, esperando la dicha hora con una cierta impaciencia, cuando Ya: lo prendemos. El fuego empieza su festín por la panza, esta panza enorme, repleta por la explotación de la tierra y de la gente. Por fin se le ven las vísceras a este Tragón; será que siente algo en las tripas? si es que tiene?
Le gustaría tirar pedos, de pronto, pero tantos años ya sin respirar, tragándolo todo sin devolver nada, ni gases ni lagrimas, que ya no puede; nunca supo tirar pedos el Capitalismo. Entonces es la pólvora que se encarga de los efectos sonoros: eso estalla en todas partes, explota en ruidos bonitos. Y cada explosión resuena en nuestros gritos de alegría. Diríamos que el trata de conservar su dignidad, si la palabra dignidad era una palabra merecida: su sombrero se quedó derechito, bien puesto, y lleva esta actitud rígida y taciturna de siempre, que le da por muerto aunque viviente. El Demasiado-viejo-y-demasiado-feo conserva su tabaco en la boca hasta el ultimo momento; aquella ultima voluntad de los condenados a la muerte.
En un ratico, ya no será nada más que cenizas. Y nosotros nos sentiremos libres y contentos. Iremos a festejar su muerte. Pero sobre todo, iremos a bailar con la Vida, su víctima principal, la más linda de sus rivales.
2019 empieza bonito. Nos da bastante entusiasmo par seguir nuestro camino: agarrar cada chispa para prender fuegos de alegría, avanzar en la linda tarea de ya no necesitar los dueños de este mundo, fabricar títeres-fetiches de nuestros miedos y de nuestros sueños para contar el universo desde acá, desde ahora, y desde más abajo que de arriba.
Un Feliz año pa’ ti, alegre y sabroso. Buen Vivir pa’ todos.